viernes, 6 de enero de 2012

A 4 años de su introducción, el Bolívar Fuerte no alcanza ni para un huevo

VenePirámides
El 1º de enero de 2008, cuando se reemplazó la unidad monetaria anterior por otra con tres ceros menos y el apellido de fuerte, un bolívar era suficiente para pagar el pasaje de ida y vuelta al colegio o al trabajo. No importaba la opción que se escogiera para trasladarse, porque el pasaje de autobús valía lo mismo que el ticket del Metro de Caracas.

El Domingo se cumplieron 4 años de la llamada reconversión monetaria, y 1 bolívar ya no alcanza ni para eso. El precio del transporte superficial es 3 bolívares, de manera que se requieren 6 bolívares (500% más) para ir y regresar. El viaje en el sistema subterráneo cuesta 1,5 bolívares, por lo que hacen falta 3 bolívares (200% más) para trasladarse.

El índice nacional de precios al consumidor aumentó 161% entre enero de 2008 y noviembre de 2011, según el Banco Central de Venezuela. La inflación acumulada en la categoría de transporte es 184%. Ambas cifras contradicen el argumento de la estabilidad de precios utilizado hace 4 años por el entonces ministro de Finanzas, Rodrigo Cabeza, para justificar la reconversión.

José Guerra, director de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, asegura que la inflación ha provocado que el bolívar que entró en circulación en enero de 2008 equivalga a 38 céntimos en la actualidad. Eso quiere decir que el valor de la moneda se ha depreciado 62% durante los últimos 4 años.

"Lo que ha sucedido es lo mismo que ocurrió con las reconversiones aplicadas en otros países de América Latina en las últimas décadas del siglo pasado: al no estar acompañadas con una política anti-inflacionaria efectiva perdieron rápidamente su capacidad de generar efectos positivos", dice Luis Zambrano, economista y profesor universitario.

Zambrano advierte que, como el bolívar fuerte ha perdido gran parte de su valor por la alta inflación, pronto volverán a presentarse las condiciones que justificaron la reconversión monetaria en 2008. "No hay otro resultado posible mientras no se cuente con una estrategia acertada para frenar el alza de los precios".

La pérdida de valor del bolívar fuerte es más evidente cuando se trata de productos básicos como alimentos y bebidas, a los cuales los venezolanos destinan casi la mitad de sus ingresos. La inflación acumulada en esta categoría desde enero de 2008 suma 199%, según el Banco Central de Venezuela. Un bolívar fuerte, que cuando comenzó a circular alcanzaba para comprar una decena de rubros de la cesta básica, ya no alcanza para ninguno. Un huevo de gallina, que en enero de 2008 se conseguía al valor regulado de 0,28 bolívares, ahora ­sin las ataduras del control de precios, del cual fue excluido en abril de 2008­ se vende hasta en 3 bolívares, 971% más.

También registran alzas significativas los granos que fueron liberados de la regulación gubernamental en junio de 2009: arvejas, caraotas y lentejas, cuyos paquetes de 500 gramos costaban entre 0,72 y 0,96 bolívares en enero de 2008. Actualmente las primeras valen hasta 664% más, las segundas hasta 785% más y las terceras hasta 793% más.

En los alimentos de la cesta básica que costaban un bolívar o menos cuando se implementó la reconversión monetaria, pero cuyos precios siguen controlados por el Gobierno, los incrementos registrados desde enero de 2008 hasta la fecha son menos elevados.

El paquete de 900 gramos de azúcar subió 354% en el período, el envase de 250 centímetros cúbicos de aceite vegetal aumentó 153%, el paquete de 500 gramos de pasta se encareció 150% y la lata de 170 gramos de sardina subió 146%.

Los artículos de cuidado personal y los productos de limpieza del hogar se encuentran entre los que más se han encarecido desde que comenzó a circular el bolívar fuerte. La inflación acumulada es 239% en los primeros y 220% en los segundos, según el BCV.

Por eso no resulta extraño que estos productos hayan sido el primer objetivo del Gobierno al aplicar la Ley de Costos y Precios Justos, promulgada en julio por el presidente Hugo Chávez gracias a los poderes especiales para legislar que le otorgó el Parlamento.

El 22 de noviembre quedaron congelados los precios de champú, cera para piso, cloro, crema dental, desodorante, detergente, enjuague bucal, jabón (de tocador y de panela), lavaplatos, limpiador desinfectante, máquinas de afeitar, papel higiénico, suavizantes para ropa y toallas sanitarias.

La mayoría estaba controlada desde 2003, pero la regulación no se cumplía. Las empresas productoras y comercializadoras de estos rubros tuvieron hasta el 30 de diciembre para registrarse en la Superintendencia de Costos y Precios Justos, que fijará los montos máximos de venta al público el 15 de enero.

Las acciones del organismo se enfocarán luego hacia los medicamentos, que acumulan una inflación de 99% desde enero de 2008. El aumento de precios en la categoría salud ­que también incluye consultas médicas, exámenes y servicios de hospitalización­ es casi igual al global: 157%.

Otro argumento utilizado por los voceros gubernamentales para justificar la reconversión monetaria era el de facilitar las transacciones y, especialmente, garantizar que las personas recibieran el vuelto cuando hicieran compras en establecimientos comerciales. Las monedas de 1, 5, 10 y 12,5 céntimos, sin embargo, no circulan en la cantidad suficiente para garantizar el cumplimiento de tal objetivo, por lo que las personas padecen el redondeo.

Es casi imposible obtener vuelto al comprar un kilogramo de azúcar, cuyo precio está regulado en 4,89 bolívares.

"Este problema se genera justamente por la inflación. Cuando el dinero se deprecia a una velocidad más o menos alta, la moneda en metálico tiende a desaparecer porque el valor intrínseco del material en que está hecha supera al que tiene como medio de pago", explica Zambrano. En esas circunstancias, agrega, el costo de emitir el dinero metálico ­que es más alto que el de los billetes­ se hace cada vez más difícil de sostener y empieza a escasear. "No se da el vuelto completo porque no existe el volumen de monedas suficientes en circulación". Zambrano dice que la falta de dinero metálico, que es más resistente y duradero, hace que los billetes ­elaborados en papel­ se deterioren más.

Sobre todo los de más baja denominación, que en el caso venezolano son los de 2, 5 y 10 bolívares, según reportó el diario El Nacional.

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