lunes, 10 de enero de 2011

La nueva Bolsa Pública Bicentenaria: otra estafa de la Robolución del Siglo XXI



VenePirámides
La tan cacareada y aún inexistente Bolsa Pública Bicentenaria es otra gran estafa de la Robolución del Siglo XXI, producto de uno de los frecuentes caprichos mesiánicos de Hugo Chávez. Después de años intentando infructuosamente que la Bolsa de Valores de Caracas cambiara su denominación social a Bolsa de Valores Bolivariana, Chávez decidió tener su propio juguete, ignorando para qué sirve ni cómo funciona una Bolsa de Valores. Para lograr sus fines comisionó a dos de las figuras más incompetentes y nefastas de su administración: el Ministro de Finanzas, Jorge Giordani, y el Superintendente Nacional de Valores, Tomás Sánchez.

Los resultados están a la vista: luego de meses de promesas vacías, la bolsa aún no opera, y los especialistas vaticinan que, desde la perspectiva la generación de inversión, será un rotundo fracaso.

Es probable que algún día la bolsa opere, apalancada sobre valores con precios subsidiados o arbitraje cambiario, pero desde la perspectiva de inversión real, sustentada por crecimiento de las empresas cuyos valores coticen en ella, será un absoluto fracaso.

Mientras los geniecillos que se siguen esforzando, como focas, en aplaudir toda inciativa de Chávez y gastan ingentes sumas en montar la infraestructura necesaria para que la bolsa opere, lo único que han podido producir a la fecha son unos tristes volantes, llenos de promesas vacías, con los que esperan justificar sus esfuerzos que nunca rendirán un mercado real, dinámico y justo que atraiga las inversiones necesarias para reconstruir esta país arrasado por las ansias desmedidas de poder, el odio de clases y la ignorancia más absoluta que hayamos presenciado en nuestros tiempos.

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