VenePirámides
La historia de los bancos intervenidos en Venezuela es como un disco rayado: se repite, se repite y se sigue repitiendo.
Capítulo 1: Las autoridades conocen, a través de las inspecciones realizadas por la Superintendencia de Bancos, la situación precaria de los bancos. En este episodio particular, los propietarios de los bancos tuvieron inclusive el tupé de asumir su control a pesar de que las autoridades hubieran autorizado el traspaso de las acciones o el cambio de control. Las autoridades observaron impávidas como se traspasaba el control sin que mediara una reacción oficial alguna: este era el momento en que debieron haber actuado.
Capítulo 2: Todo el mundo sabe que los bancos que van a ser intervenidos están mal y se inicia la corrida. Los clientes “fieles” se quedan.
Capítulo 3: Se produce la intervención y se evidencia que la autocartera (préstamos concedidos a los propietarios del banco en violación de la Ley) son más que el patrimonio del banco, y la mayoría no son recuperables. En resumen, están quebrados.
Capítulo 4: Se decide la liquidación del banco. Los clientes “fieles”, los que se quedaron en el barco, pierden su dinero.
Ahora bien, quienes son los clientes fieles de estos “Bancos Zombies”? Si está pensando en los privados, el pequeño y mediano empresario, el profesional, pues se equivoca. Los clientes “fieles” de estos bancos son los tesoreros de las empresas y organismos públicos que recibieron comisiones por colocar su dinero en ellos. Esas comisiones fueron del orden de siete por ciento (7%) anual sobre aproximadamente Bs. 4.361 millones (USD 2.028 millones al tipo de cambio oficial), lo cual representa un enriquecimiento para los funcionarios y comisionistas que gestionaban esas colocaciones de unos Bs. 305 millones (USD 142 millones al tipo de cambio oficial) al año.
Los principales clientes de estos bancos, sin pretender que esta lista sea exhaustiva, eran el SENIAT, IPASME, Banfoandes, Banco del Tesoro, Banco Industrial de Venezuela, Banco de Comercio Exterior y el BANDES. La gran mayoría de estas instituciones debieron haber concedido créditos para estimular el desarrollo del país; en su lugar se dedicaron a hacer “colocaciones” para enriquecer a sus tesoreros y comisionistas. Otro logro de la robolución.
La historia de los bancos intervenidos en Venezuela es como un disco rayado: se repite, se repite y se sigue repitiendo.
Capítulo 1: Las autoridades conocen, a través de las inspecciones realizadas por la Superintendencia de Bancos, la situación precaria de los bancos. En este episodio particular, los propietarios de los bancos tuvieron inclusive el tupé de asumir su control a pesar de que las autoridades hubieran autorizado el traspaso de las acciones o el cambio de control. Las autoridades observaron impávidas como se traspasaba el control sin que mediara una reacción oficial alguna: este era el momento en que debieron haber actuado.
Capítulo 2: Todo el mundo sabe que los bancos que van a ser intervenidos están mal y se inicia la corrida. Los clientes “fieles” se quedan.
Capítulo 3: Se produce la intervención y se evidencia que la autocartera (préstamos concedidos a los propietarios del banco en violación de la Ley) son más que el patrimonio del banco, y la mayoría no son recuperables. En resumen, están quebrados.
Capítulo 4: Se decide la liquidación del banco. Los clientes “fieles”, los que se quedaron en el barco, pierden su dinero.
Ahora bien, quienes son los clientes fieles de estos “Bancos Zombies”? Si está pensando en los privados, el pequeño y mediano empresario, el profesional, pues se equivoca. Los clientes “fieles” de estos bancos son los tesoreros de las empresas y organismos públicos que recibieron comisiones por colocar su dinero en ellos. Esas comisiones fueron del orden de siete por ciento (7%) anual sobre aproximadamente Bs. 4.361 millones (USD 2.028 millones al tipo de cambio oficial), lo cual representa un enriquecimiento para los funcionarios y comisionistas que gestionaban esas colocaciones de unos Bs. 305 millones (USD 142 millones al tipo de cambio oficial) al año.
Los principales clientes de estos bancos, sin pretender que esta lista sea exhaustiva, eran el SENIAT, IPASME, Banfoandes, Banco del Tesoro, Banco Industrial de Venezuela, Banco de Comercio Exterior y el BANDES. La gran mayoría de estas instituciones debieron haber concedido créditos para estimular el desarrollo del país; en su lugar se dedicaron a hacer “colocaciones” para enriquecer a sus tesoreros y comisionistas. Otro logro de la robolución.
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