VenePirámides
Nicolás Maduro (a.k.a. "El Colombiano") heredó no solo el trono sino una crisis económica que demandaba medidas urgentes que corrigieran el rumbo. Especialmente se manifestó en dos aspectos: una proyección inflacionaria de 50% y la escasez en los principales rubros de primera necesidad entre 70% y 98%. Problemas que podían afectar su precaria popularidad sostenida en un triunfo de apenas 1% sobre su principal contendor.
El giro tomado por Maduro en seis meses como Presidente se inclina hacia el radicalismo y a mayores controles por parte del Estado sobre la economía, bajo el pretexto de una "guerra económica", mientras los indicadores siguen marcando una crisis que pareciera indetenible.
Las acciones emprendidas contra los distribuidores de electrodomésticos y productos del hogar indican esa dirección, cuyas consecuencias comienzan a asomarse: miles de empleos en peligro, angustia e incertidumbre en los trabajadores de grandes comercios como EPA, mayor escasez para los próximos meses y numerosos empresarios tras las rejas. A pesar de que su base electoral pudiera cohesionarse alrededor de su discurso radical.
Pero las políticas económicas de los últimos tres años desnudan una realidad distinta a la que intenta vender el gobierno de Maduro, quien, apenas comenzó su mandato, intentó hacer un acercamiento al sector privado pero unas semanas después radicalizó sorpresivamente sus acciones dando un viraje a favor de los ideólogos radicales que tienen gran peso dentro del PSUV.
Desde el momento en que las expropiaciones se incrementaron a partir de 2007 en el marco del Plan Socialista Bolivariano impulsado por Hugo Chávez, la escasez de los productos fabricados, ahora con industrias estatizadas, se duplicaron hasta julio de 2013 según datos del propio Banco Central (BCV).
El aceite pasó de 53% a 78% de escasez; el azúcar de 25% a 67%; el café de 10% a 36%; el arroz de 15% a 22%; la harina de maíz de 5% a 62%; la leche de 47% a 76% y la harina de trigo de 14% a 63%. Vale recordar que entre 2002 y 2012 fueron expropiadas 1.168 empresas, la mayoría de ellas venezolanas.
Con la expropiación de Lácteos Los Andes en 2008 el Estado pasó a dominar 35% del sector de lácteos. Las últimas cifras difundidas por el BCV indican que para octubre en Caracas se registró la escasez más alta en los últimos tres años en 19 alimentos básicos. El caso de la leche completa pasteurizada, un producto que fue emblemático para la privada Lácteos Los Andes, la escasez llegó a 90,1%, mientras en los otros 18 productos la escasez estuvo entre 70% y 98%.
Vale destacar que tal realidad, que nos ha llevado a reducir el parque industrial y capacidad de producción, nos convirtió en un país que ahora debe importar 70% de lo que se consume.
Así Venezuela pasó de importar un poco más de 10 mil millones de dólares en 1995 (BCV) a tener que gastar 59.339 en 2012 para proveer a la población. Ello desde luego nos llevó a una alta dependencia del dólar, cuya casi única forma de adquisición es a través del petróleo el cual provee 92,2% de las divisas que ingresan al país, siendo pues el Estado, prácticamente el único proveedor de la divisa para el sector productor.
Es de resaltar por ejemplo que Abastos Bicentenario, empresa que antes fue CADA e Hipermercados Éxito, no se escapa a los problemas de escasez y las operaciones de esta distribuidora de productos básicos, debe ser subsidiada por el Estado, aunque los precios de sus productos no son necesariamente muy inferiores al resto de sus equivalentes privados. Esta empresa del Gobierno registró pérdidas en 2012 por 71% respecto al año anterior. Es decir son empresas que operan a pérdida y sobreviven con los aportes del Estado. Pero aún con ese subsidio no tienen capacidad para proveer todo el mercado y ofrecer productos suficientes a bajo costo. Entre ellos, los electrodomésticos.
Habría que preguntarse cómo es posible que rubros en manos del Estado hayan generado mayor escasez ¿Son parte de la guerra económica? Y el por qué, la mayoría de las industrias estatizadas han registrado pérdidas en 2012 entre 30% y 80% con caídas consecutivas desde que fueron tomadas por el Gobierno.
Luis Vicente León, presidente de Datanálisis establece dos parámetros para identificar en qué punto de la crisis nos encontramos hoy. Precisa que Nicolás Maduro no es Hugo Chávez, no tiene su carisma ni su capacidad para lograr que la gente esté dispuesta a postergar gratificaciones. Su soporte popular arrancó con 50%, en el contexto de una elección muy cerrada y cuestionada, mientras Chávez la dejó en vida con una ventaja cómoda de 70%. Ello hace mucho más difícil al nuevo Gobierno la toma de decisiones económicas necesarias, pero impopulares.
En el aspecto económico, identifica una suerte de "triángulo de las Bermudas" conformado por tres puntos claves: 1) un pésimo manejo cambiario, 2) un primitivo control de precios y 3) unas expropiaciones ineficientes y empresas públicas improductivas y corrompidas.
Una vez en el poder, parecía claro que Maduro debía moverse en un escenario entre la radicalización en el ámbito político y económico o un camino más moderado en lo económico, aunque en lo político se presentara con acciones radicales.
Los primeros movimientos de Maduro parecían moderados cuando impuso a Nelson Merentes, se reunió con empresarios y ofreció que se buscaría un mecanismo para un dólar paralelo que abasteciera el mercado, necesario para mejorar la producción.
Sostiene León que además Maduro gana las elecciones frente a un líder (Capriles) que gana terreno, que tiene fortaleza y fácilmente la oposición podía tomar ventaja. Y frente a una contraparte de peso similar era previsible que su acción política se radicalizara para impedir que esa oposición se fortaleciera, especialmente utilizando a su favor la crisis económica.
Había dos planteamientos sobre la mesa, uno pragmático moderado, que no era irse a un mercado abierto, neoliberal, sino a un esquema mixto, donde se mantuviera un control de cambio, algunos sectores subsidiados a través de CADIVI y SICAD, pero con un tercer mercado flexible y flotante donde se garantizara que el resto del mercado pudiera operar. Y era el regreso un poco a lo que ya se había tenido hasta el año 2010 y que había operado el propio Merentes.
En la otra acera estaba el de los ideólogos radicales con el planteamiento que lo que hay que hacer es mantener el reparto de CADIVI y SICAD y que el Estado debe incrementar su participación en la importaciones y controlarla de manera directa, en cuyo caso, si el Estado es el dueño de los dólares y el mismo se voltea y hace las importaciones, el tipo de cambio paralelo, según las teorías de los ideológicos, no tiene relevancia. Porque al final lo que se está haciendo es canjear los dólares por mercancía que satisfacen las necesidades de ese mercado.
Son estas últimas las medidas anunciadas, luego de las acciones contra los comercios a quienes acusan de especuladores, ladrones y parte de la "guerra económica." Tales medidas, según los expertos, son muy bonitas en la teoría pero imposible de que conduzcan a una solución.
La última encuesta del Instituto de Análisis de Datos (IVAD) que cerró el 11 de noviembre, registra que 7 de cada 10 venezolanos evalúa negativamente la situación del país. Por su parte Datanálisis identifica una pérdida de aceptación hacia Maduro en los últimos meses y encuentra que sumados, desabastecimiento e inflación, son el principal problema para la gente, por encima de la inseguridad. Ambos valores deterioran la relación con el líder porque de alguna manera lo responsabilizan, si bien pudiera ser que no de la causa, lo culpan de no resolverla.
Aunque no se trata de un plebiscito, como lo ha planteado la oposición, Nicolás Maduro está en campaña. A juicio de León, es factible que el Presidente sepa que tiene que devaluar, que tiene que negociar precios, conoce el desastre que ha ocurrido con las empresas estatizadas y con el severo control de cambio que no admite un mecanismo alterno para la adquisición de un dólar paralelo, pero no toma ninguna medida porque tiene una campaña por delante. Con las últimas medidas Maduro intenta maquillar el problema económico hasta un período en el que tengan mayor margen de maniobra como en los dos próximos años en los que no habrá elecciones. La crisis la va a surfear camuflándola con la política desde varias perspectivas.
Desde la política convencional hasta con la Ley Habilitante; atacando a los "fascistas y ladrones opositores", los cuales, luego de 15 años de gobierno, son los corruptos, son los culpables de la crisis de la guerra económica.
Para León estas acciones contra los comercios son muy negativas económicamente pero muy atractivas políticamente, construye chivos expiatorios, aparece en cadena todos los días haciendo seguimiento a la toma del control del poder. Con ello Maduro está rescatando un valor que se había perdido y es que hay un Presidente todopoderoso que toma en sus manos las decisiones a favor del pueblo afectado por un tercero que es ese chivo expiatorio. Y eso tiene una connotación muy poderosa.
Sin embargo si observamos que el Gobierno, aún controlando 40% de la distribución y venta de alimentos, no ha podido resolver el problema del abastecimiento, será difícil que pueda reponer todos los inventarios y colocarlos a precios casi de costo, tal como lo ha ofrecido.
Por el momento sostiene León que en términos de las elecciones del 8 de diciembre no se puede determinar cuál será el efecto de estas medidas sobre el electorado. En términos del voto regional, para la fotografía de octubre, Datanálisis sostiene que ambas tendencias están empatadas. Si el electorado compra la tesis del plebiscito podría haber una ventaja para la oposición. Pero un triunfo de la oposición no significa una hora cero para Maduro quien seguirá gobernando, pero si una gran oportunidad para ofrecer una alternativa de cambio, según reportó el diario El Universal.
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