VenePirámides
A través de presiones y modificaciones en las leyes el Gobierno ha logrado que el Banco Central imprima billetes para financiar a las empresas públicas, que le entregue sin contraparte alguna miles de millones de dólares de las reservas internacionales y ahora, enfila las baterías hacia la medición de indicadores clave como la inflación y la escasez.
El Presidente de la República, Nicolás Maduro, ha venido aumentando el tono en que se dirige a los técnicos del BCV, incluso, dejando en claro que duda de los informes económicos que recibe.
El 15 de noviembre, después de iniciar fiscalizaciones a comercios para obligarlos a rebajar precios que desde su punto de vista han aumentado velozmente por una "guerra económica", afirmó que "estudios económicos también nos decían que la inflación estaba justificada, entonces no creo en nadie pues, creo en la realidad nada más".
El sábado pasado se dirigió directamente a la "tecnocracia" del Banco Central dejando en claro que tras las rebajas compulsivas de precios espera deflación en noviembre.
"En noviembre, de acuerdo a los estudios que estamos haciendo, la inflación debería ser -5%, como mínimo, porque si habían inflado un producto y lo vendían en mil bolívares y ahora cuesta quinientos o cuatrocientos bolívares, algo ha pasado. ¿Se darán cuenta los técnicos del BCV y del INE más allá de la tecnocracia?", señaló Nicolás Maduro.
José Guerra, quien se desempeñó como gerente de investigación en el Banco Central, indica que "estamos ante una especie de chantaje para que la inflación baje a martillazos, por decreto, espero que los técnicos no se plieguen a esto porque van a destruir la credibilidad en las estadísticas como sucedió en Argentina".
Víctor Olivo, ex gerente de programación macroeconómica del Banco Central coincide con José Guerra en que el resultado de la presión del Gobierno puede ser similar al de Argentina e indica que "lo que debería hacer el BCV es depurar el índice del efecto que tiene una rebaja de precios a través de medidas represivas, ya la medición está afectada por los mercados negros".
En enero de 2007 el gobierno argentino intervino al Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) encargado de medir la inflación y mágicamente la velocidad con la que aumentaban los precios comenzó a perder impulso, pero la credibilidad se perdió.
Consultoras privadas comenzaron a difundir cifras de inflación que duplicaban a las suministradas por el Indec. En 2011, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner las multó y entonces, diputados de la oposición divulgaban las cifras de los reportes privados.
En febrero de este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió una "declaración de censura" contra Argentina señalando que no facilita estadísticas confiables y un año antes The Economist dejó de publicar las cifras del Indec, explicando que "estamos cansados de ser parte de lo que parece ser un deliberado intento de engañar a votantes y estafar a inversionistas".
La falta de credibilidad ha hecho que actualmente el gobierno argentino trabaje de manera conjunta con el FMI en la elaboración de un índice nacional de inflación con el que espera recuperar la confianza en sus números oficiales.
Todo indica que complacer a Nicolás Maduro con una inflación de -5% en noviembre será muy difícil, a pesar de la rebaja de precios en tiendas de electrodomésticos.
Mientras menor sea el gasto destinado a un grupo de bienes o servicios, menor será su influencia en el resultado de la inflación. Los electrodomésticos tienen un bajo peso en el gasto de las familias y por tanto, son poco relevantes.
Si la inflación fuese un edificio de 100 pisos los electrodomésticos solo representarían dos pisos. El factor que más influye en la inflación es el costo de los alimentos y bebidas no alcohólicas, porque los hogares destinan a este rubro 32,2 de cada 100 bolívares que gastan, seguido de transporte, alquiler de vivienda, restaurantes y hoteles, vestido y calzado.
La obtención de resultados poco efectivos con medidas de las que se espera un efecto determinante en la inflación no sería nueva para el Gobierno.
Decididos a contener el avance de la inflación en un año en que Hugo Chávez buscaba afanosamente la reelección, los directivos de la Sundecop emitieron una resolución que en abril de 2012 rebajó el precio de los principales rubros de cuidado personal.
El impacto en la solo inflación fue transitorio y la consecuencia ha sido un constante incremento del desabastecimiento de estos rubros, según reportó el diario El Universal.
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