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En pleno siglo XXI la industrialización de la economía es un reto pendiente. Se trata de un objetivo perseguido desde el siglo pasado, pero irrealizable hasta ahora pese al ingente ingreso petrolero.
Hugo Chávez arribó al poder en 1999 con la promesa de diversificar la economía. "No podemos seguir dependiendo únicamente de esa variable exógena que es el precio del barril", advertía Chávez el 2 de febrero de 1999 ante la Asamblea Nacional (AN). Su muerte, ocurrida el pasado 5 de marzo, cierra un largo período de 14 años en el que tampoco se logró desarrollar el aparato productivo.
Las cifras del Banco Central de Venezuela (BCV) muestran que el Gobierno sucumbió al encanto del petróleo hasta el punto de que 96% de los ingresos del país provienen de la venta de crudo.
En paralelo la industria nacional, clave en la generación de empleo e inversiones, perdió importancia. En 1998, año previo a la llegada de Chávez al poder, el sector manufacturero representaba 17,8% del Producto Interno Bruto (PIB), pero al cierre de 2012 ese valor cayó a 13,9%.
Esos datos muestran que el proceso de desindustrialización que se inició en la década de los ochenta del siglo XX se acentuó con el denominado "Socialismo del Siglo XXI", que impulsó el fallecido Presidente de la República.
"Tanto las estadísticas de empleo como las de producción ubican los inicios del proceso de desindustrialización de la economía venezolana en las postrimerías de los años ochenta, indicando, en perspectiva, que el proceso se ha mantenido más o menos ininterrumpido por casi ya veinte años", señala un trabajo del economista Leonardo Vera, contenido en la publicación Nueva Economía de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
Otros datos del BCV confirman la gravedad del sector manufacturero. Según el Índice de Precios, Volumen y Valor por Actividad Económica de la industria privada, de los 16 sub-sectores que se analizaron, nueve muestran un peor rendimiento al que tenían en 1997.
Productos textiles, prendas de vestir, maquinarias y equipos, y vehículos automotores son algunas de esas áreas.
"Con el advenimiento de la revolución bolivariana, la agenda de políticas hacia el sector industrial ha quedado en un limbo", explica el estudio de Leonardo Vera.
Desde el sector privado se han cuestionado algunas de las políticas aplicadas en los últimos años, tales como el riguroso control para obtener las divisas necesarias para importar materia prima o las prolongadas regulaciones de precios.
Adicionalmente, la política de expropiaciones instrumentada por el Gobierno nacional convirtió al Estado en un actor principal de la producción industrial, y hoy administra empresas dedicadas a la producción de diversos rubros.
Este esquema de control y ampliación del poder estatal levantado hace que el modelo económico sea difícil de revertir pese a las distorsiones que se han originado, según reportó el diario El Universal.
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