VenePirámides
En 2004 cambió la suerte de los petroestados. El precio del barril no solo inició una escalada sin precedentes sino que se ha mantenido en la cumbre por el tiempo más prolongado de la historia. Entre los beneficios distribuidos por el brillo del oro negro destaca que la mayoría de los miembros de la OPEP han disfrutado de monedas estables, salvo algunos casos, especialmente Venezuela.
Las estadísticas de la OPEP y el tipo de cambio al cierre del 22 de febrero de este año indican que Venezuela es el petroestado que más ha devaluado su moneda en medio del ciclo de elevados precios del crudo.
En los últimos nueve años el bolívar registra una devaluación de 69,5% frente al dólar. El país que sigue en la lista es el rial de Irán que ha perdido 29%; el naira de Nigeria, 15,6% y el kwanza de Angola 13,5%.
Arabia Saudita y Emiratos Arabes han mantenido estable el tipo de cambio frente al dólar mientras que Kuwait y Libia ganan terreno.
La fragilidad del bolívar obedece a un patrón donde el gasto del Gobierno alcanza niveles insostenibles, aún con los altos precios del barril, y por tanto periódicamente es inevitable una devaluación para obtener más bolívares por los petrodólares y así disminuir el desequilibrio en las cuentas.
Miguel Angel Santos, economista y profesor del IESA, precisa en un análisis sobre el tema que el gasto público de 2012 fue el más alto de nuestra historia en términos reales por habitante, el Estado venezolano desembolsó una suma de dinero equivalente a 51% del PIB, cuando el resto de América Latina promedió 30%.
Esta expansión del gasto generó un fuerte desequilibrio en las cuentas públicas y el viernes 8 de febrero no hubo más alternativa que devaluar y deslizar el tipo de cambio oficial desde 4,30 bolívares por dólar hasta 6,30 bolívares.
El ministro de comunicación, Ernesto Villegas, admitió a través de su cuenta de twitter que aún con esta devaluación el gobierno central continúa con un déficit de 3,3% del PIB.
Otro factor a tomar en cuenta es que la inyección de gasto del Gobierno estimula la demanda en una economía donde la oferta ha caído en medio de controles de precios y baja inversión privada. El resultado, es que la inflación es alta y el dólar se torna muy barato estimulando un salto de las importaciones que, cuando se hace insoportable, obliga a devaluar.
En su informe de fin de año el presidente del Banco Central, Nelson Merentes, precisa que en 2012 las importaciones suman 56 mil 357 millones de dólares, la magnitud más elevada en los últimos 16 años y un monto que representa 59% de los dólares que obtuvo el país a través de las exportaciones.
Como además de cancelar importaciones la República tiene que pagar deuda externa, servicios, envío de remesas, entre otras necesidades, las divisas se tornan escasas a pesar de que la cesta petrolera venezolana promedia 103 dólares en los últimos doce meses.
Aunque no aparece en los mapas venezolanos hay una nueva montaña en el país, se trata de la deuda en dólares.
A diferencia de la mayoría de los petroestados que han utilizado el aumento del ingreso para disminuir el peso de la deuda, la administración de Hugo Chávez disparó las facturas pendientes en divisas.
Las estadísticas del Banco Central indican que entre 2004 y el tercer trimestre de 2012 el monto de la deuda externa venezolana experimenta un salto desde 29 mil millones de dólares hasta 102 mil millones que comienza a presionar las cuentas públicas, sobre todo, después de la última devaluación.
El ajuste cambiario se traduce en que se necesitan más bolívares para obtener los dólares que permiten cancelar la deuda en divisas y por ende la carga se torna más pesada.
Un trabajo elaborado por el economista y profesor de la Universidad metropolitana Luis Oliveros, añade a la deuda registrada por el BCV compromisos por 15 mil millones de dólares por concepto de nacionalizaciones no canceladas y 26 mil millones de cuentas pendientes de Pdvsa.
Al incluir la deuda en bolívares se obtiene que ahora, la deuda total, equivale a 70% del PIB, es decir, del tamaño de la economía, una relación que ha dejado de ser confortable, según reportó el diario El Universal.
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