miércoles, 22 de agosto de 2012

33% de la oferta de bienes de Chávez es importada

VenePirámides
En un modelo donde el gasto público dispara la demanda mientras que la producción de la industria nacional permanece estancada, las importaciones crecen aceleradamente y se convierten en una señal del desequilibrio en la economía. Las cifras del Banco Central indican que en el segundo trimestre de este año las importaciones representan 33,1% de la oferta total, es decir, de todos los productos y servicios que los consumidores pudieron comprar en el país, cifra que se traduce en la relación más elevada de los últimos 16 años y un salto relevante respecto a 29,5% en 2011 y 21,1% en 1998. 

Desde 2010 el Gobierno ha mantenido fijo el precio del dólar con el que se compran la mayoría de los productos importados, lo que ha permitido desacelerar la inflación, pero crecen las dudas sobre la posibilidad de mantener el tipo de cambio oficial en 4,30 bolívares. El gasto del Gobierno ha aumentado a niveles que superan al ingreso proveniente del petróleo y la recaudación de impuestos, por lo tanto, no ha tenido más alternativa que endeudarse aceleradamente, un factor que incrementa el riesgo de devaluación. Durante los primeros seis meses de este año, la estrategia ha consistido en endeudarse principalmente en bolívares, vendiéndole a las entidades financieras bonos y letras del tesoro por el orden de 68 mil 700 millones de bolívares. Al descontar la deuda que se ha vencido y ya se ha pagado, las facturas pendientes aumentan 50 mil millones de bolívares, el mayor salto en los últimos trece años para las obligaciones del gobierno central, es decir, sin incluir Pdvsa, Fonden y el resto de los organismos que utiliza la administración de Hugo Chávez para endeudarse. Analistas coinciden en que la deuda no podrá seguir creciendo a este ritmo y tradicionalmente cuando los gobiernos no pueden cubrir el gasto recurren a la devaluación como una manera de obtener más bolívares por los petrodólares y cancelar por esta vía sueldos, viviendas, pensiones y demás compromisos adquiridos. El inconveniente, es que históricamente en Venezuela la devaluación de la moneda significa recesión o mínimo crecimiento de la economía porque aumenta el precio de los productos importados y debilita el consumo. El alza de las importaciones también implica que el país se torna más dependiente de los volátiles precios del petróleo porque no ha sido capaz de diversificar las exportaciones. 

La balanza de pagos registra que en los primeros seis meses de este año las exportaciones distintas a los barriles de crudo solo aportan 2 mil 177 millones de dólares, una magnitud que representa 18% menos de lo obtenido durante el primer semestre de 1998. El retroceso en la meta de diversificar las exportaciones obedece a dos factores: descenso de la producción industrial con lo que no hay más productos que puedan ser vendidos en el exterior y una moneda sobrevaluada. La producción de hierro, acero y aluminio registra un declive importante por la precaria situación de las empresas que conforman la Corporación Venezolana de Guayana y la elaboración de alimentos por parte de la agroindustria privada se contrajo 9,4% en el segundo trimestre. Al mismo tiempo un tipo de cambio artificialmente barato o sobrevaluado implica que las exportaciones venezolanas son muy caras para los consumidores de los países miembros del Mercosur o Colombia. En los primeros seis meses de este año Colombia le vendió a Venezuela productos por el orden de 1.084 millones de dólares, aumentando en 46% los despachos al país. Al mismo tiempo las exportaciones venezolanas a Colombia cayeron 9% y tan solo representaron 272 millones de dólares, según reportó el diario El Universal.

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