VenePirámides
Eduardo Samán tiene un sueño que seguramente comparte con la mayoría de los venezolanos: derrotar la inflación. En una entrevista realizada por Katiuska Hernández y Andrés Rojas para El Nacional dice: “Sueño con ponerle un signo negativo a la inflación y creo que sí lo podemos hacer, porque los incrementos que se han dado no se corresponden con la realidad”. Pero ya sabemos que la realidad es más terca que algunos sueños. O por lo menos así lo comprueba el Banco Central de Venezuela cuando anuncia la tasa de inflación del mes. Todo al que le toca enfrentarse a una cajera en el mercado sabe de lo que estamos hablando.
Las carnicerías en Venezuela se enfrentan a un viejo dilema en un país con controles de precios: o venden la carne a un precio mayor que el regulado o deben cerrar. Para julio de 2013, ya la mitad de las carnicerías del estado Bolívar habían bajado sus santamarías. Samán exhorta a los dueños de las carnicerías a reabrir: dice que los carniceros deben entender que lo importante es la función social de las carnicerías y no las ganancias.
Samán le pide a los carniceros que vendan a pérdidas, es decir, que destruyan su patrimonio, en nombre del interés público y gracias a su benevolencia. Es inevitable recordar uno de los pasajes más citados de La riqueza de las naciones, de Adam Smith: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”. Smith publicó esto en 1776, ha habido tiempo suficiente para leerlo.
Para Samán, la causa del problema está en que muchos empresarios “tienen el corazón del lado derecho y no del izquierdo”. Curioso diagnóstico anatómico para explicar el comportamiento de la inflación en Venezuela. ¿Dónde tendrán el corazón los empresarios de Colombia, Brasil, Perú, Chile, por nombrar algunos países del continente, donde la inflación es tan baja? ¿Son diferentes nuestros empresarios y comerciantes a los del resto de los países? Ningún país que haya esperado la aparición del “empresario nuevo” ha logrado solucionar el problema de la inflación.
Hernández y Rojas presentan un revelador diálogo con Samán:
– ¿Por qué no acepta el argumento de los comerciantes de aumentar precios para cubrir costos de reposición?
– Un comerciante siempre prevé que un producto va a venir más caro y al aumentar el precio está provocando inflación.
– ¿Qué pasa si no cambia el precio y el producto le cuesta más caro cuando lo tenga que reponer?
– Él se estaría descapitalizando, pero hay una cosa que se llama bancos, que nacieron en el capitalismo y sirven para capitalizar.
– ¿Está diciendo que se le pida prestado al banco?
– Claro.
– ¿Se estaría endeudando?
– Para eso son los bancos. Para prestar dinero.
– Pero a lo mejor la empresa no quiere endeudarse ni pagar intereses.
– Todo eso se calcula en la estructura de costos.
Las expectativas de futuros incrementos en los costos son esenciales para la determinación de los precios. Si el comerciante cree que el costos de los productos subirá en el futuro, sube los precios para poder reponer inventarios. Samán identifica el mecanismo como causante de la inflación y no como consecuencia de la inflación. La conclusión del enfoque Samán es que los comerciantes “deben dejar de creer que los precios van a subir”. En el caso de que los precios suban, a pesar de que el comerciante no lo hubiera previsto, Samán atina: el comerciante se descapitaliza. Pero ofrece una solución al problema: el comerciante puede endeudarse con un banco y considerar la deuda y sus intereses en la estructura de costos. Uno supone entonces que el comerciante deberá subir el precio ajustado al nuevo costo que ahora incluirá el costo del endeudamiento. Es decir, que el precio de los productos será aún mayor que en el caso de que el comerciante hubiera incrementado el precio de acuerdo con sus expectativas iniciales, un resultado contrario al objetivo inicial.
La humanidad ha aprendido cómo controlar la inflación. No hay mayores secretos, lo que no quiere decir que haya fórmulas mágicas. Creo que Indepabis, en nombre de los consumidores, es decir, en nombre de los venezolanos, debería pedir un derecho de palabra en el Gabinete y exigir respuestas a las siguientes preguntas: ¿Por qué siguen aumentando la liquidez monetaria en términos reales? ¿Por qué cada vez más somos dependientes de las importaciones? ¿Por qué el Banco Central de Venezuela está financiando el flujo de caja de PDVSA y de otras empresas estatales? ¿Por qué el número de empresas privadas ha disminuido en más de 50% desde 2003?
En las respuestas a esas preguntas está la posibilidad de reducir la inflación en Venezuela. Y, con Smith, no esperemos del carnicero más virtudes que la de ser un ciudadano como cualquier otro, que nos vende buena carne al mejor precio posible, según reportó ProdaVinci.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario