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Durante años el Gobierno consideró que bastaba con menospreciar la existencia del tipo de cambio paralelo para borrar su impacto en los precios de una amplia gama de productos que a diario compran los venezolanos, pero los hechos lo han obligado a modificar la estrategia.
En octubre de 2007 Rodrigo Cabezas, para ese entonces ministro de Finanzas, aseguraba que el mercado paralelo de dólares, no controlado por las autoridades y considerado ilegal, "es medio cómico y pasa a ser un problema policial" y en diciembre de ese año la Asamblea Nacional aprobó una reforma legal que sólo permite divulgar el tipo de cambio oficial.
Posteriormente en 2010, ante la terquedad del dólar el ministro de Finanzas Jorge Giordani decidió intervenir a todas las casas de bolsa que, desde su punto de vista, eran las causantes de la inflación al permitir la compra y venta de dólares con intercambio de bonos.
"Ahí había un nicho especulativo y fue lo que produjo toda esa avalancha inflacionaria que muestran las cifras entre los años 2007 y 2008 y que se detuvo en el 2009 gracias a la acciones del Ejecutivo", señaló Giordani.
Ahora el presidente encargado, Nicolás Maduro, ha tenido que admitir que el tipo de cambio paralelo todavía existe, que tiene una influencia importante sobre la economía y recurre al Sicad, un mecanismo donde el Banco Central de Venezuela subasta dólares para aumentar la oferta y tratar de frenar el meteórico aumento en el precio del billete verde.
"Nosotros tenemos un objetivo con el Sicad, torcerle el brazo completico al dólar paralelo y lo vamos a lograr", afirmó la semana pasada.
No obstante, todo indica que el mercado paralelo seguirá teniendo peso en la economía. Al Sicad solo pueden acudir compañías registradas en Cadivi, lo que deja por fuera a un cúmulo de pequeñas y medianas empresas que solo tendrán como alternativa el dólar no oficial.
Inscribirse en Cadivi requiere 16 recaudos y en el mejor de los casos dos meses de espera y luego, para comprar dólares en el Sicad e importar, es necesario recibir el certificado de no producción que emiten distintos ministerios y se ha convertido en un severo filtro.
En una economía donde la inflación merma cada año la capacidad de compra de la moneda, todos aquellos que tienen excedentes de bolívares buscan cambiarlos a divisas y quien vende una casa o automóvil establece el precio pensando en cuántos dólares podrá obtener en el mercado paralelo.
Al mismo tiempo una gran cantidad de comerciantes que no saben si recibirán dólares al tipo de cambio oficial fijan sus precios de acuerdo con el valor del billete verde en el mercado paralelo donde tienen la certeza de obtener divisas a tiempo.
Un estudio elaborado por Ecoanalítica determina que un tercio de las categorías en las que el Banco Central de Venezuela divide los bienes y servicios que utiliza para calcular la inflación tienen precios altamente correlacionados con el dólar paralelo, concretamente, vestido y calzado; bebidas alcohólicas, esparcimiento, restaurantes y hoteles.
Se trata de categorías que reciben muy pocas divisas por parte de Cadivi y como no están sujetos a controles de precios fijan el valor de sus productos o servicios tomando como referencia el comportamiento del dólar paralelo.
Las estadísticas oficiales desnudan el impacto. Entre octubre y febrero, período en el que el dólar paralelo se ha desbocado, los precios en restaurantes y cafetines registran un salto de 15%, hoteles 13%, bebidas alcohólicas 15%, vestido 13% y equipos del hogar 17%.
Sin un descenso importante en el precio del dólar paralelo para el Gobierno será muy complicado evitar que continúe la aceleración de la inflación, según reportó el diario El Universal.
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