VenePirámides
La persistente campaña publicitaria con la que el Banco Central les dijo a los venezolanos que a partir de 2008 contarían con "una economía fuerte, un país fuerte, un bolívar fuerte", ha quedado en el olvido a medida que se esfuma la capacidad de compra de la moneda.
El contraste entre los precios de enero de 2008 cuando el bolívar fuerte entró en escena y los precios de hoy, desnuda la aceleración de la inflación y el vértigo que siente la población ante las cajas registradoras.
En enero de 2008, cuando debió comenzar la época dorada, un kilo de pollo costaba 4,55 bolívares, un kilo de café 11,85 y una entrada al cine 11 bolívares y hoy, para comprar la misma cantidad de pollo y de café, son necesarios 43 y 46,60 bolívares respectivamente, mientras que para la entrada de cine se requieren 120.
Tras la inflación de mayo, en promedio, desde enero de 2008 los precios registran un salto de 512%, el peor registro entre las economías de América Latina.
El epicentro del temblor está en la administración de Hugo Chávez y, desde 2013 de Nicolás Maduro, caracterizada por un incesante incremento del gasto como vía para mejorar la calidad de vida y alcanzar respaldo político a través de aumentos de salario, becas, expansión en el número de trabajadores públicos, pensionados y costosos subsidios.
Miguel Angel Santos, economista y profesor del IESA, precisa en un análisis sobre el tema que en 2012, año en que Hugo Chávez ganó la reelección, el gasto público en términos reales por habitante alcanzó el equivalente a 51% del PIB, cuando en el resto de América Latina solo promedió 30%.
La inyección ha continuado y en los primeros cinco meses de este año el gasto público experimenta un salto de 13% en términos reales que agrava los desequilibrios porque se nutre de una fuente poco sana.
Como el ingreso proveniente del petróleo y la recaudación de impuestos no alcanza para elevar los desembolsos en estas proporciones, el Gobierno recurre al Banco Central, que fabrica billetes para financiar a Pdvsa, además del endeudamiento, y así la cantidad de bolívares en la economía crece velozmente disparando la demanda a niveles que superan abiertamente a la oferta.
La oferta no puede acompañar a la demanda inflada por la inyección de bolívares porque en medio del estancamiento de la producción petrolera, la entrega de barriles con descuento a países aliados y un tipo de cambio artificialmente barato que dispara las solicitudes de dólares, el Cencoex recortó la entrega de divisas a un sector muy importante de la manufactura que sufre por la falta de materia prima.
Al mismo tiempo el precio de los productos importados aumenta velozmente porque la demanda de dólares se ha hecho insostenible y cada vez son más los sectores que dejan de recibir divisas al tipo de cambio preferencial de 6,30 bolívares y deben acudir al Sicad I y II donde el dólar se cotiza a 10 y 49 bolívares.
Aunque Nicolás Maduro se ha negado a eliminar el control de precios y devaluar en toda la magnitud que se requiere para que el dólar deje de estar artificialmente barato, la inflación comienza a alcanzar números históricamente altos.
Entre mayo de 2013 y mayo de este año los precios registran un alza de 60,9% y las proyecciones de bancos y firmas especializadas coinciden en que al final de este año registrarán un salto de al menos 70%.
Es decir, se trataría de la cuarta inflación más alta desde 1950, solo superada por la de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez aplicó un plan de ajuste para salir de los controles heredados de Jaime Lusinchi y la del lapso 1994-1996, cuando Rafael Caldera enfrentó una profunda crisis financiera y, nuevamente, implementó un ajuste para abandonar los controles de precios y de cambio.
Nada hace pensar en un mayor control del gasto del Estado. Esta semana Nicolás Maduro anunció una nueva etapa del "gobierno de calle" que durante 2013, según la explosiva carta de Jorge Giordani, se caracterizó por desembolsos "decididos sin estudio previo, improvisados de hecho", según reportó el diario El Universal.
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